" Una buena madre es aquella que se hace innecesaria con el paso del tiempo ..."
Varias veces he oído esta frase de un amigo mío psicoanalista y siempre me sonaba extraña ... hasta ahora . Ahora que mi hija adolescente, con sus casi 18 años , empieza a dar sus primeros "vuelos".
Llegó la hora de reprimir mi impulso natural de madre, de querer poner bajo el ala a la cría y protegerla contra todos los errores , la tristeza y los peligros.
Una batalla interna hercúlea , lo confieso. Cuando empiezo a decaer en la lucha para controlar la súper mamá que todas llevamos dentro, me acuerdo de la frase , ahora absolutamente más clara . Si he hecho un buen trabajo, me he convertido en innecesaria.
Antes de que cualquier madre apresurada me acuse de falta de amor, tengo que explicar lo que eso significa . Ser "innecesaria "es no dejar que el amor de madre incondicional , que siempre habrá , cause adicción y dependencia en los niños y niñas, como una droga , hasta el punto de que no puedan ser autónom@s, segur@s e independientes . Listos para trazar su curso , hacer sus elecciones , superar sus frustraciones y cometer sus propios errores también.
En cada etapa de la vida, hay que cortar y rehacer un nuevo cordón umbilical ... Cada nueva fase, una nueva pérdida y una nueva ganancia para ambos lados , madre e hij@.
Porque el amor es un proceso de liberación permanente y ese vínculo no deja de transformarse a lo largo de la vida. Hasta el día en que los niñ@s se convierten en adultos, críen su propia familia y recomience el ciclo.
Lo que necesitan es asegurarse de que estamos allí , de pie en el acuerdo o desacuerdo , en el éxito o el fracaso, con un corazón abierto para el calor, el abrazo y el consuelo en tiempos difíciles. Este es el mayor reto y la misión principal .
A medida que aprendemos a ser " innecesarias " , nos convertimos en refugio seguro para cuando deciden atracar.
Texto de Marcia Neder psicoanalista Brasileña
Traducido por Cely Cota
Te estoy tejiendo un par de alas,
Sé que te iras cuando termine...
...pero no suporto verte sin VOLAR
Andrés Casturera-Micher
Un texto muy bonito, y con palabras llenas de amor hacia los hijos. Besos
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