ESTE CUENTO ME PARECE MUY COMPLETO PARA TRABAJAR LA PSICOMOTRICIDAD.
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CUENTO MOTOR
Los cuentos motores están pensados para desarrollar la motricidad y, además, permiten sumergirse directamente en la trama de la historia. Estos cuentos motores se emplean, sobre todo, en Educación Infantil. Contribuyen al desarrollo de la expresión corporal, de la capacidad creativa y de la imaginación a través del juego, la música y la socialización. A diferencia de los cuentos narrados, que sitúan al niño en una posición estática, este tipo de cuento mantiene al niño en una constante atención, ya que él mismo se ve protagonista de la historia y significa un juego para él. Y creo que no hay mejor manera de aprender que la que se lleva a cabo mediante el juego. Estos cuentos también permiten, además de gestualizar, la incorporación de objetos que tengan que ver con el argumento. Por ejemplo, en un cuento donde el protagonista fuera un niño que no se apartaba de su pelota, podríamos facilitar a los alumnos unas cuantas pelotas para que las botaran.
Aquí os dejo el primer cuento que esta recomendado para niños apartir de los 3 años.
HE AQUÍ EL DOMADOR”
(20 min.)
OBJETIVOS
Escuchar atentamente y dramatizar las
diferentes escenas que indica el cuento.
MATERIALES Y RECURSOS
El espacio abierto del aula.
DESARROLLO
La maestra contará este cuento motor a los niños para
que lo vayan dramatizando según la historia. Ella irá haciéndolo también para
que los niños lo puedan copiar.
¡HE AQUÍ EL DOMADOR!
Érase una vez un niño que se llamaba…(decir todos los niños de la clase) y que tenía vuestra edad, más o menos. A este
niño, desde que nació, desde que era pequeñito pequeñito y estaba en la barriga
de su mamá, (nos agachamos y nos tumbamos simulándolo) le
gustaba jugar a ser animales. A veces hacía que era un gato (miau…miau…) e
iba dando zarpazos; otras veces, pensaba que era un perro (guau…guau…), incluso
hacía pis como ellos. También le gustaba volar como los pájaros y arrastrarse
como las serpientes. ¡Y como los caracoles!, como los caracoles también, aunque
eran muy lentos. (imitamos la forma de moverse y
comunicarse de todos los animales)Pero
los animales que más le gustaban del mundo… eran los leones (grrrrr…..). Como
corrían y saltaban de un lado para otro, como se ponían a dos patas y volvían a
correr. Pero sobretodo le gustaba como gruñían (nos convertimos en fieros leones)
Un día, este niño estaba con su mamá viendo la
televisión, se estaba quedando dormido: bostezaba, se estiraba y se
acurrucaba…cuando…¡de repente! (hacemos
como si nos estuviéramos quedando dormidos) Oyó: ¡CIRCO, CIRCO! ¡VEN AL CIRCO Y DISFRUTA CON
NUESTRO DOMADOR DE LEONES! ¡EL INCREIBLE, EL MÁS VALIENTE! ¡CIRCO, CIRCO!
El niño se levantó, gritó y saltó de alegría por toda
la casa; cogió a su madre de la mano y se la llevó tirando hasta un asiento en
la primera fila del circo, donde se sentaron a observar muy contentos (hacemos lo que nos indica el párrafo imaginándonos que llevamos a
nuestra mamá de la mano).
En ese mismo instante, apareció el domador con su aro
y su látigo. Tiraba el aro hacia arriba y lo volvía a coger, a veces se
agachaba, lo tiraba y lo recogía. Así hasta 5 veces. Daba latigazos al
suelo (zas, zas, zas…) ¡e incluso lo usaba para saltar a la comba! ¡Era
espectacular! (realizamos
las diferentes acciones).
El domador estaba muy emocionado con su actuación;
tanto, que no se dio cuenta de que un león se había escapado de su jaula y
sigiloso, muy despacio y en silencio, con la boca abierta… se acercaba hacia él
(en este caso hacemos como si fuésemos el
león y nos comportamos acechantes)
Nuestro niño lo vio y sin dudarlo ni un momento, saltó
de su asiento, se puso delante del domador y … armado de valor, miró a los ojos
al león, levantó un dedo y dijo: ¡QUIETO! (imitamos al niño). El silencio reinaba en el circo. ¿Qué pasará? Se
preguntaban todos. El león cerró la boca y se sentó al lado de nuestro niño.
Quieto, tranquilo y con la boca cerrada. Todo el mundo aplaudió y vitoreó a
nuestro héroe. Entonces, el domador, que estaba muy asustado, se quitó su
traje, lo dejó en el suelo y se fue. Nuestro niño, lo recogió: se puso los pantalones,
la camisa, la pajarita, y la chaqueta (hacemos
como que nos vestimos). Cogió el aro y el látigo y desde entonces ha sido el
mejor domador de leones del mundo. ¡Ah! ¡Hasta se dejó bigote! Ha pasado un
poco el tiempo y se ha hecho mayor pero… ¿Lo queréis conocer?
VARIACIONES DE LA ACTIVIDAD
Podemos dificultar las acciones.
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